Spanish Translation: Governor’s State of the State Address

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DISCURSO OFICIAL
GOBERNADOR EDMUND G. BROWN, JR.
LUNES, 31 DE ENERO DE 2011

GOBERNADOR BROWN: Gracias. Gracias. Muchas gracias, vicegobernador Newsom, presidente Pérez, presidente pro témpore Steinberg, líder republicano del Senado Dutton, líder republicano de la Asamblea Conway, autoridades constitucionales, miembros de esta legislatura, miembros de la Corte Suprema, distinguidos invitados y queridos conciudadanos.

En primer lugar, quiero agradecerles a todos los que se encuentran en esta Cámara la cordialidad y la buena disposición con que nos han recibido tanto a mi esposa como a mí durante la inauguración de lo que promete ser una sesión legislativa extraordinariamente difícil e intensa.

También me gustaría añadir otra nota personal… éste es mi octavo Discurso sobre el estado del Estado. Probablemente sea la única persona en California, o en todo el país, que los leyó todos. Y de hecho, he encontrado instancias en que la gente confunde los discursos de inauguración con los discursos del estado del Estado.

Por ello los releí al preparar este discurso. Tediosos, algunos de ellos aleccionadores, pero presentan el desafío de poder hacer algo mejor.

Tomando en cuenta todo ello, continúo.

La crisis que hoy enfrenta California no sólo es real, sino que no tiene precedentes. Cada uno de nosotros deberá enfrentarse a su propia conciencia, y a sus electores, al construir un plan sensato para devolver a nuestro Estado al sólido entorno fiscal que le corresponde, tratar de balancear el presupuesto con honestidad, y colocar a California en un lugar desde donde pueda recuperar su importancia histórica.

Aunque la economía de nuestro Estado ha empezado a recuperarse, no podremos crear todos los puestos de trabajo que necesitamos si no logramos antes poner nuestras finanzas en orden. Es absolutamente indispensable que enfrentemos este desafío con valentía y sin más demora.

Mi intención es hacer que California vuelva a ser número uno en la creación de empleos, en la generación de energías renovables y en una eficiencia sin precedentes en cuanto a innovaciones en todas las áreas, sin olvidar un sólido sistema educativo tanto en el nivel primario como en el secundario. Nuestras universidades gozan de reconocimiento internacional, y es mi firme propósito que continúen inspirando el respeto de los estudiantes y los académicos de todo el mundo.

También debemos reestructurar nuestro sistema de justicia penal, poniendo especial cuidado en articular las funciones de los gobiernos estatal y local, y en agilizar el funcionamiento del propio gobierno estatal.

Todo esto será posible si reunimos la valentía necesaria y la suficiente determinación para enfrentarnos a nuestro déficit presupuestario de una vez por todas, y si resolvemos todo ello con honestidad, sin tratar de eludir los problemas.

Éste no es el momento para hacer “la política de siempre”. Hay demasiado en juego. Nuestro sistema financiero general, que ha estado al borde del colapso, aún no está totalmente estabilizado.

El rumbo que tomemos a partir de ahora, bien hacia una actitud más austera o hacia programas de estímulo económico, es un asunto que provoca controversia. Incluso seguimos discutiendo sobre las causas que nos condujeron al colapso del sistema hipotecario.

Ahora, los electores nos están diciendo claramente que nuestro Estado y nuestra nación marchan en la dirección equivocada. Nuestros dos partidos políticos principales, tanto en Washington como en California, nunca antes habían estado tan distanciados. Y sin embargo, soy consciente de que la política forma parte del corazón de nuestra democracia. Es la esencia de la estructura de nuestra libertad y el medio por el que nosotros, como pueblo, tomamos estas decisiones colectivamente. Estar a la altura de las circunstancias, hacer lo correcto y recuperar la confianza de los ciudadanos es algo que no sólo nos debemos a nosotros mismos y a nuestros antepasados, sino, sobre todo, que les debemos a nuestros hijos.

Ya no podemos permitirnos dejar las cosas para mañana y no asumir la responsabilidad de apoyar un presupuesto honrado.

(Aplausos)

Si usted es un demócrata que no quiere hacer recortes presupuestarios en programas por los que ha luchado y en los que cree firmemente, lo entiendo. Si usted es un republicano que ha expresado su disgusto contra los impuestos, también lo entiendo y comprendo sus razones.

Pero esta vez, las cosas son muy diferentes. De hecho, los ciudadanos nos están diciendo, a su manera, que perciben que algo va muy mal. Observan que sus líderes están divididos entre sí, cuando deberían mostrarse decididos y actuar con objetivos muy claros.

Seguimos siendo una sociedad muy rica. En tan sólo dos años, los californianos han sumado más de 100 mil millones de dólares a sus ingresos personales. Y, sin embargo, la calificación crediticia de nuestro Estado es la más baja de los 50 estados; el desempleo está por encima del promedio nacional; y algunos periodistas ya dicen que California es un “estado fracasado”.

Éstos son tiempos que exigen tener visión y disciplina. Disciplina, para poder vivir de los ingresos que recauda el Estado cada año; y visión, para ir más allá del mero ámbito del partido, comportarnos en primer lugar como californianos, y confiar en los individuos.

Bajo nuestro sistema de gobierno, sería impensable decirles a los electores de este estado que no tienen derecho a decidir si es mejor aumentar los tramos de impuestos actuales por otros cinco años o realizar importantes recortes de otros 12 mil millones en las escuelas, la seguridad pública, nuestras universidades y nuestros sistemas de protección social para los más vulnerables.

Permítanme leerles el artículo 2, sección 1, de la Constitución de California: “Todo poder político es inherente al pueblo. El gobierno se instituye para su protección, seguridad y beneficio, y los ciudadanos tienen el derecho de alterarlo o reformarlo cuando el bien público así lo exija”.

Cuando los ideales democráticos y los reclamos de derecho al voto están despertando la imaginación de los jóvenes en Egipto, Túnez y otras partes del mundo, nosotros, en California, no podemos decir: “Ahora es el momento de bloquear el voto del pueblo”.

(Aplausos)

En el curso cotidiano de las cosas, los asuntos propios del Estado se resuelven en Sacramento. Pero cuando los funcionarios electos se sienten inmovilizados por las profundas diferencias que los separan, la única forma de avanzar es regresar a la fuente, a los ciudadanos, y pedirles que nos indiquen el camino que debemos seguir. Ya es hora de que esta legislatura consulte al pueblo de California…

En estos momentos…

(Aplausos)

Me gustaría ver a algunos republicanos uniéndose al aplauso, si fuera posible. Mientras mejor nos llevemos, más fuerza iremos tomando…

O si quieren bloquear el derecho de los electores a votar, pónganse de pie y digan: “Bloquee esa jugada”.

En estos momentos de extrema dificultad, es nuestro deber escuchar a los ciudadanos para que nos transmitan un claro mandato de cómo deberíamos proceder: ya sea aumentar los impuestos, que es como yo creo firmemente que deberíamos hacerlo, o bien realizar importantes recortes en algunos programas de los cuales podemos seguir quitando las sumas requeridas de conformidad con el derecho federal. Desgraciadamente, es muy probable que estos recortes afecten a las escuelas de nivel primario, medio y secundario, a la Universidad de California, al sistema estatal universitario de California, a las prisiones, a los fondos destinados a la seguridad pública, y a programas vitales de cuidados de la salud.

Mi plan para reconstruir California exige el voto de los ciudadanos y, francamente, creo que sería irresponsable de nuestra parte excluir a los electores de este proceso.

El pueblo californiano tiene derecho a ejercer su voto: el Estado nos pertenece a todos, y no solamente a los que estamos ahora ante esta Cámara. Dada la naturaleza única de esta crisis y el serio impacto que nuestras decisiones tendrán en millones de californianos, tanto si realizamos recortes presupuestarios como si aumentamos los impuestos, los electores merecen ser escuchados.

¿Me gustan nuestras alternativas? No, no me gustan en absoluto. Pero tras realizar un serio estudio de las opciones que nos quedan teniendo este déficit de 25 mil millones de dólares, el presupuesto que propongo es el mejor que he podido diseñar. Si alguno de ustedes, lo digo en serio, si alguno de ustedes tiene otras sugerencias que consideren mejores, les ruego que las compartan con nosotros. Después de todo, estamos todos en el mismo barco.

En estos últimos días, la propuesta de eliminación de las agencias de reurbanización ha provocado mucho ruido. Alcaldes de ciudades grandes y pequeñas han venido al Capitolio y nos han explicado por qué, desde su punto de vista, la reurbanización es diferente de los servicios de guardería infantil, los fondos universitarios o la financiación de servicios para la tercera edad, los discapacitados o las personas ciegas.

Estos alcaldes basan sus argumentos en la idea de que los fondos para la reurbanización sirven para apalancar otros fondos y, además, crean empleos. Lo entiendo perfectamente, porque cuando era alcalde de Oakland comprobé personalmente el impacto de la reurbanización. Pero también comprendo que los fondos para la reurbanización provienen directamente de los impuestos locales sobre las propiedades, que, de lo contrario, se destinarían a pagar servicios escolares y otros servicios esenciales para la Ciudad y para el Condado, tales como la policía y los bomberos, o programas de atención social para los más desprotegidos.

De modo que nos enfrentamos a decisiones muy difíciles, y yo me coloco del lado de aquellos que creen que las funciones esenciales del gobierno tienen prioridad a la hora de obtener fondos. Pero no se confundan: mi plan protege a los actuales proyectos de reurbanización y apoya la deuda emitida en forma de bonos por las agencias de desarrollo correspondientes.

Desde el primer momento en que propuse lo que yo creía que era un presupuesto balanceado para corregir nuestro déficit, tanto los recortes como el aumento temporal de los impuestos actuales, docenas de grupos directamente afectados por uno u otro de los recortes propuestos nos han dicho que deberíamos recortar en otra área. Incluso otras personas han afirmado que no deberíamos aumentar los impuestos actuales, sino dejar que desaparezcan. Son las mismas personas que, hasta el momento, no nos han ofrecido ni una sola solución alternativa.

Y, si somos completamente honestos, lo cierto es que tenemos derecho a una alternativa. Ésta es una Cámara para el debate, es una Cámara para la democracia: permitamos que se nos presenten todo tipo de ideas diferentes, pero no olvidemos que deben ser ideas que estén a la altura del desafío que enfrentamos.

(Aplausos)

Como ya he dicho antes, no he venido aquí para anclarme en la demora o para negarme a ver la realidad, sino para trabajar en lo que se me ha encomendado. Si ustedes tienen soluciones que son verdaderamente viables, no lo duden un momento: preséntenlas. Necesitamos las mejores contribuciones de todo el mundo, y esto sí que merece un aplauso.

(Aplausos)

Señores republicanos, también ustedes pueden aplaudir, ¡vamos!
Las mejores contribuciones.

Mire donde mire, sólo veo, al igual que ustedes, decisiones muy difíciles de tomar, pero también veo un futuro muy brillante en el horizonte, y cómo la economía de California ya está empezando a mejorar. En cuanto logremos balancear nuestro presupuesto, California se situará en una posición de fortaleza para beneficiarse de sus muchos activos y de su estratégica ubicación en la Cuenca del Pacífico.

A medida que los países asiáticos y del sur de nuestra frontera continúen desarrollándose y expandiendo su comercio, nuestro Estado desempeñará un papel fundamental, como siempre lo ha hecho, y cosechará beneficios nunca antes imaginados. Tenemos los inventores, los soñadores, los empresarios, los capitalistas dispuestos a arriesgar su dinero, y una amplia gama de activos materiales, intelectuales y políticos.

Se nos ha llamado “la gran excepción” porque, durante generaciones, los californianos han ido más allá de la sabiduría convencional y han superado los obstáculos contra todo pronóstico, prosperando en los ámbitos más inesperados. Mucha gente continúa viniendo aquí porque California aún representa ese sueño. Y una vez que se establecen en nuestra tierra, su determinación y energía sin límites alimentan el sueño y lo hace crecer.

Cuando vine por primera vez a Sacramento, Steve Jobs y Steve Wozniak todavía no habían inventado su computadora personal. No existía la electricidad generada por el viento, ni teníamos los estándares de eficiencia más avanzados para la construcción y los aparatos electrónicos tal y como fueron adoptados posteriormente. Por supuesto, Yahoo, Google, Facebook y Twitter tampoco existían, ni siquiera en la imaginación de alguien.

La economía de California ha crecido mucho: de tener ingresos inferiores a 200 mil millones anuales en la época en que yo llegué, ha pasado a los más de 2 billones de dólares que se esperan para este año. California está en constante movimiento: es un modelo, un milagro y, de alguna forma, un regalo.

Sí, yo trabajaré conjuntamente con ustedes para resolver asuntos que van desde los problemas del agua o los reajustes, a la sanidad, las prisiones, la agricultura, las escuelas, el medio ambiente, o los sistemas de transporte. Debemos también enfrentar el desafío a largo plazo de asegurarnos de que nuestras pensiones públicas son equitativas tanto para los contribuyentes como para los trabajadores. Por último, en un momento en el que…

(Aplausos)

Eso sí que es ambiguo. Cualquiera de los bandos puede interpretarlo como más le convenga. De alguna forma, vamos a dar la bienvenida a todas las posibilidades, y no le daremos la espalda a demasiadas.

Por último, en un momento en que más de dos millones de californianos se encuentran sin trabajo, debemos identificar y eliminar las cargas acumuladas o los reglamentos poco razonables que representen un obstáculo para las inversiones y la creación de empleos.

(Aplausos)

He dicho “poco razonables”.

Pero no nos olvidemos que la tarea número uno, sin lugar a dudas, es corregir nuestro presupuesto estatal y ajustar el gasto según los ingresos. Una vez que hagamos eso, el resto será fácil, o, al menos, más fácil, porque habremos aprendido a trabajar juntos y nos habremos ganado nuevamente el respeto y la confianza de los ciudadanos a los que servimos.

Espero con impaciencia poder trabajar con todos ustedes, republicanos y demócratas, para hacer que nuestro Estado vuelva a ser lo que nosotros sabemos que puede llegar a ser.

Muchas gracias.

(Aplausos)